No obstante, la impresionante Dolorosa de La Roldana quedó intacta de sucesivos acontecimientos, prosiguiendo en la ya Iglesia auxiliar de la Victoria. Por sendos inventarios realizados en el citado templo durante el siglo XIX la tenemos perfectamente localizada; así, el de 16 de octubre de 1820 nos la situa en un altar colateral, con un frontal de damasco y frente a la imagen de San Francisco de Paula, poseyendo entre sus enseres diadema de plata, corona de espinas, un rosario de oro y otro de plata sobredorada. Por su parte, el inventario del 14 de octubre de 1835 la describe en su altar, vestida con manto de tafetán negro, rosario de azabache engarzado en plata, aportando además el significativo dato de albergar entre los utensilios "seis varas de madera de la palia de la Soledad" ("Puerto Real en el siglo XIX", Antonio Muro Orejón). Un aldabonazo para los hermanos de la Soledad fué la aprobación de los estatutos por la Reina Isabel II en 1867, accediendo su Real Persona declararse protectora de la Cofradía y ordenando "inscribir como Hermanos Mayores a su augusto esposo y su excelso hijo el Príncipe de Asturias", luego Alfonso XII (Archivo de la Real Cofradía de la Soledad de Puerto Real).