Foto: © E. Christian Moreno
Cofradía rica en alhajas, poseyó gran cantidad de plata que, en la ambición de un mayordomo, robó en la antigüedad. Casi en la miseria, levantó de nuevo el vuelo llegó otra vez a poseer cuanto le fue desmantelado. Procesionó el Santo Cristo sobre paso de templete en el siglo pasado y en otras ocasiones con una gran cruz al lado símbolo supremo de su sacrificio.
La preciosa escultura del titular es una obra de Jacinto Pimentel, muy ligado al convento agustino gaditano, que la talló en 1638.
Acompaña al Señor una imagen de la Virgen dolorosa de la Amargura, tallada por Sebastián Santos Rojas en el año 1956 y, tanto el paso del Señor como el de la Virgen, son unas indiscutibles piezas maestras del barroco, unas muestras acabadísimas de lo que el arte de plateros, tallistas, bordadores, etc. son capaces de poner en la calle para resaltar la perfecta conjunción de un arte como es el cofrade que ya ha dado a la historia nombres personalísimos en las distintas ramas de esta artesanía sublime que se pone a disposición de hermandades y cofradías para poner en la calle la pasión y muerte del Redentor.