Los duros antiguos: La cosa más graciosa que en mi vida he visto yo

 

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Aquellos duros antiguos

que tanto en Cádiz dieron que hablar

que se encontraba la gente

en la orillita del mar

es la cosa más graciosa

que en mi vida he visto yo.

Allí fue medio Cádiz con espiochas

y la pobre de mi suegra,

y eso que estaba ya medio chocha

con las uñas y el pelo allí a escarbar

cuatro días seguidos sin descansar.

Estaba la playa

igual que una feria,

válgame San Cleto

lo que es la miseria.

Algunos cogieron

más de ochenta duros,

pero en cambio otros

no vieron ni uno

Mi suegra, como ya dije,

estuvo allí una semana

Escarbando por la noche,

de día y por la mañana

Perdió las uñas y el pelo,

aunque bien poco tenía

y en vez de coger los duros,

lo que cogió fue una pulmonía

y en el patio de las malvas

está escarbando desde aquel día.

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Los duros antiguos: La cosa más graciosa que en mi vida he visto yo

Muchos gaditanos, y no pocas personas de fuera de la ciudad, saben cantar "Los duros antiguos", ese tango que Antonio Rodríguez, "El tío de la Tiza" compuso para el coro "Los Anticuarios". Pero quizás no todos conozcan el sentido y la historia real del acontecimiento que se narra.

Ocurrió que en el año 1904, el día 3 de Junio concretamente, cuando se estaba desarrollando la campaña de pesca en la almadraba, en un lugar de la playa, frente a lo que hoy es la Residencia, un obrero del que se cuenta era conocido como "Malos pelos", estaba cavando un hoyo para enterrar desperdicios y despojos de los atunes, y en su trabajo encontró unos "duros" -en realidad pesos fuertes o reales de a 8 del siglo XVIII-. "Malos pelos" se llenó los bolsillos de cuantas monedas pudo y se marchó sin avisar a nadie.

Sus compañeros, extrañados por su tardanza, fueron a buscarlo y se encontraron con el tesoro. Su reacción fue la misma: cogieron lo que pudieron y se marcharon del trabajo.

La noticia se corrió rápidamente por todo Cádiz, y la población gaditana se lanzó a la búsqueda de aquellas monedas a las que llamaron "duros", por su semejanza en tamaño y metal con la moneda de 5 pesetas que circulaba en aquella época.

Al final se recogieron unas 1.500 piezas, una de las cuales ilustra esta página, de los años 1752, 1753, 1754 y 1755, acuñadas en Méjico.